Rev Fac Odontol, Univ Buenos Aires
(2025) Vol. 40. Núm. 95
Nuevas Glándulas Salivales: su Redescubrimiento e Importancia Clínica. Revisión Narrativa
New Salivary Glands: Their Rediscovery and Clinical Importance. Narrative Review
Rodríguez DA1, Ossola CA1, Domínguez Walsh A1, Toma A2, Fernández-Solari J1,3, de la Cal C2
1Universidad de Buenos Aires. Facultad de Odontología. Cátedra de Fisiología. Buenos Aires, Argentina.
2Universidad de Buenos Aires. Facultad de Odontología. Cátedra de Biofísica y Bioestadística. Buenos Aires, Argentina.
3Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Buenos Aires, Argentina.
Título abreviado:
Recibido: 03/04/2025
Aceptado: 09/06/2025
RESUMEN
En el año 2020 se produjo un hecho que sorprendió a la comunidad científica cuando se comunicó el descubrimiento de una nueva glándula salival, denominada glándula tubárica. Si bien algunos reportes muy antiguos ya mencionaban la posible existencia de una glándula salival adicional, la combinación de las técnicas tomografía computada (CT) y tomografía por emisión de positrones (PET) resultó uno de los hechos fundamentales para llevar a cabo el hallazgo. El uso diagnóstico de un antígeno que se expresa tanto en células tumorales de la próstata, así como en las células de las glándulas salivales también fue determinante para el descubrimiento. El presente trabajo tiene como objetivo difundir el importante descubrimiento y presentar una revisión narrativa de acuerdo a la información que exhibe la literatura científica actual en la temática. Además, se analiza la importancia funcional de las glándulas tubáricas y su posible papel de riesgo en la radioterapia oncológica.
Palabras clave: glándulas tubáricas, glándulas seromucosas, glándulas salivales, antígeno prostático
ABSTRACT
In 2020, an event that surprised the scientific community took place when a new salivary gland, called the tubarial gland, was discovered. Although some very old reports already mentioned the possible existence of an additional salivary gland, the combination of computed tomography (CT) and positron emission tomography (PET) techniques proved to be one of the fundamental facts in making the discovery. The diagnostic use of an antigen expressed in both prostate tumor cells and salivary gland cells was also a key factor in the discovery. The present work aims to communicate this important discovery and to present a narrative review according to the information provided by the current scientific literature on the subject. In addition, the functional importance of the tubarial glands and their possible risk role in oncological radiotherapy is analyzed.
Keywords: tubarial glands, seromucous glands, salivary glands, prostate antigen
MARCO TEÓRICO
En octubre de 2020, una publicación de la revista Radiotherapy and Oncology generó una verdadera conmoción en el ambiente científico. En este artículo, los investigadores holandeses Wouter Vogel y Matthijs Valstar, del Instituto del Cáncer de los Países Bajos (Netherlands Cancer Institute), relataron haber descubierto por accidente una nueva estructura anatómica en la nasofaringe al examinar estudios por imágenes de pacientes con cáncer prostático (Valstar et al, 2021). La noticia causó impacto casi inmediato en el mundo científico y también en medios de comunicación masiva. El hallazgo sucedió cuando el radiooncólogo Wouter Vogel se encontraba utilizando una técnica que combina una tomografía computada (CT) con tomografía por emisión de positrones (PET), llamada PET-CT, la cual resulta clave para estudiar el cáncer de próstata y sus cuadros metastásicos. El método consta de utilizar un antígeno prostático específico que está muy expresado en las células tumorales derivadas de este tejido, conocido como PSMA (prostate-specific membrane antigen). Se trata de una glucoproteína de membrana con predominio extracelular, actividad enzimática folato hidrolasa y glutamato carboxipeptidasa II, y cuyas funciones parecen estar relacionadas con la incorporación celular de nutrientes (folatos) (Cheng et al, 2017; Essa et al, 2023). Aunque con una potencia mucho menor, PSMA también se expresa en células benignas de próstata, intestino, riñón, hígado y otros tejidos (Demirci et al, 2016; Silver et al, 1997; Wright et al, 1995). Al colocar trazadores radiactivos dirigidos específicamente contra el PSMA, como lo son el galio 68 (68Ga) y el flúor 18 (18F), éstos se unen al antígeno, permitiendo determinar localizaciones tumorales y posibles metástasis. Fue efectuando estas pruebas diagnósticas cuando Vogel observó por primera vez la señal de un nivel inesperadamente alto del marcador en la zona del cavum o nasofaringe, lo que lo llevó a recurrir al cirujano oral y maxilofacial de la institución, Matthijs Valstar, para analizar el tejido detectado. Este fenómeno fue posible debido a que el tejido de las glándulas salivales también expresa antígeno PSMA, lo que genera alta captación de los radiofármacos específicos. Las evaluaciones histológicas evidenciaron que se trataba de glándulas salivales (Nishida et al, 2022; Valstar et al, 2021).
Aunque la bibliografía esté presentando el hallazgo de estas nuevas glándulas como un hecho reciente, el estudio retrospectivo de la literatura nos demuestra que antiguos reportes ya habían advertido acerca de la posible existencia de glándulas de este tipo. Concretamente, en 1837, el anatomista Jean Cruveilhier las describió como un gran número de pequeñas glándulas ubicadas en la parte superior de la faringe rodeando la abertura de la trompa de Eustaquio (Figura 1). En 1866 otro anatomista, Jakob Henle, las mencionó como las glándulas situadas en la pared posterior de la faringe frente a las coanas; más abajo, se vuelven escasas y muy pequeñas. En 1878 y más tarde, en 1889, Adam Politzer comentó sobre la existencia de una red de glándulas ubicadas alrededor del orificio tubárico (Aral et al, 2024). Posteriormente, en 1981, Tomoda et al. describieron estructuras glandulares de la misma apariencia que las glándulas salivales menores en la cavidad bucal ubicadas el extremo nasofaríngeo de la trompa de Eustaquio (Tomoda et al, 1981).
En suma, en otros artículos o partes de libros también se ha mencionado la posible existencia de estas glándulas (Schumann, 2021). A pesar de que estos antecedentes fueron olvidados o no tenidos en cuenta por una gran parte de la comunidad científica hasta hace pocos años, actualmente se prefiere hablar del redescubrimiento en lugar del descubrimiento de estas glándulas para referirse al acontecimiento del año 2020. De todos modos, aunque los adelantos científicos y tecnológicos de aquellas épocas remotas no eran ciertamente suficientes para confirmar la existencia de estos órganos y dar precisión de sus características, resulta evidente que los ensayos en el campo de la anatomía ya los habían identificado.
De cualquier forma, la noticia del año 2020 causó un impacto científico notorio, y en este contexto, la técnica PET-CT brindó un apoyo fundamental. La reconstrucción 3D dada por la técnica a través de la captación del trazador mostró que la marcación se extendía desde la base del cráneo, a lo largo de la pared posterolateral de la faringe, siendo más abundante en el área del torus tubárico (elevación de la mucosa que cubre al cartílago que rodea el orificio faríngeo de la trompa de Eustaquio), y se continuaba por la pared faríngea posterior hasta el receso faríngeo (también llamado Fossa de Rosenmuller), que es el espacio ubicado por detrás de la abertura de la trompa de Eustaquio. Todo esto forma un área bilateral bien delimitada con una longitud de 4 cm, lo cual resulta semejante a las glándulas submaxilares, que miden de 3 a 4 cm de largo, y superior a las sublinguales, cuya dimensión oscila entre 2 y 3 centímetros. En la Figura 2 se ilustra una tomografía computada de un paciente, que permite identificar la localización anatómica de las glándulas salivales tubáricas, situadas en la pared posterior de la faringe, en proximidad al orificio faríngeo de la trompa de Eustaquio. Esta imagen contribuye a ilustrar la descripción anatómica revisada en la literatura. Los estudios histológicos evidenciaron glándulas salivales formadas predominantemente por células mucosas con múltiples conductos, que en su mayoría drenaban cerca del torus tubárico, mostrando una gran similitud con la disposición de las glándulas sublinguales. Fue entonces que Valstar las llamó glándulas tubáricas, dada su ubicación anatómica por encima del torus tubarius (Valstar et al, 2021).
Por otra parte, mediante técnicas histológicas e inmunohistoquímicas específicas, se demostró la expresión de:
- acuaporina-5 (AQP-5) en la membrana apical de las células acinares;
- α-amilasa, proteínas inducidas por prolactina (PIP), glucoproteína Muc5B y otras proteínas ricas en prolina, lo que sugiere la presencia de acinos mucosos y seromucosos, que producen una saliva predominantemente viscosa (Valstar et al, 2021);
- queratina 14 (KRT14) rodeando a las células acinares, lo cual indica la presencia de células mioepiteliales, dispuestas alrededor de las células acinares AQP5 positivas;
- baja cantidad de células serosas, que producen una saliva acuosa, rica en sales y enzimas digestivas en respuesta a la estimulación por reflejos masticatorio y gustativo.
- receptores adrenérgicos β1, relacionados a la capacidad de transducir los impulsos de la vía simpática;
- KRT14+ y KRT7+ en los conductos glandulares, queratinas que indican la presencia de células escamosas (con queratina), lo cual también se observa en las glándulas salivales labiales, sublinguales y palatinas;
- conductos de drenaje macroscópicos en la pared faríngea dorsolateral, produciendo el mayor drenaje en las cercanías del torus tubárico (Pringle et al, 2023).
Algunos autores indican que la función principal de estas glándulas es humedecer y lubricar especialmente la nasofaringe y la orofaringe (Suvvari et al, 2020). Esto podría representar un factor determinante que marque el compromiso de las glándulas tubáricas en el síndrome de Sjögren, explicando por qué algunos pacientes con esta enfermedad tienen sequedad en dicha zona. De confirmarse, esto provocaría un cambio en el criterio de la clasificación clínica y de los enfoques diagnósticos de esta enfermedad (Mentis y Chrousos, 2021). Por otro lado, a pesar de que un reporte reciente de Kaplan y colaboradores (2025) demuestra que su contribución a la masa glandular salival total y su impacto funcional parecen ser relativamente bajos, 7,76% y 2,58%, respectivamente, es interesante notar que éstos muestran ser mayores a aquellos correspondientes a las glándulas sublinguales.
A partir de su redescubrimiento en el 2020, la existencia de las glándulas tubáricas como órgano bilateral e independiente es aceptada por la mayoría de los investigadores en la actualidad. No obstante, además de tratarse de una estructura secrectora de saliva y con gran similitud con las glándulas sublinguales (Ling et al, 2024; Pringle et al, 2023), constituye un nuevo órgano limitante y en riesgo dentro del campo de la radioterapia (Ebrahim et al, 2025). Esto se debe a que se demostró que pacientes tratados con radioterapia para cáncer de cabeza y cuello, a los cuales no se protegió de la radiación en esta zona, presentaron significativamente una mayor frecuencia de hiposialia, disfagia y mucositis asociada (Aral et al, 2024; Heynickx et al, 2021).
La saliva posee muchas funciones como la lubricación bucal, la acción antimicrobiana, el favorecimiento de la remineralización dentaria, la cicatrización, la acción búfer, la participación en el habla y en el sentido del gusto, la deglución, la digestion y formación del bolo alimenticio, entre otras. En pacientes sometidos a radioterapia de cabeza y cuello, es común que se afecte la función glandular, pudiendo dejar secuelas irreparables, especialmente vinculadas a la xerostomía, que se caracteriza por sequedad bucal con saliva viscosa y escasa (Chen et al, 2016; de la Cal et al, 2006; 2012). La falta de saliva afecta a todas las funciones de la cavidad bucal, siendo especialmente notorias la dificultad para masticar, tragar y hablar, los cambios en la percepción del gusto, los problemas para usar prótesis bucales, halitosis, ardor bucal, presencia de infecciones bucales como caries, enfermedad periodontal y mucositis. Estudios recientes señalan que las complicaciones que genera la radioterapia podrían disminuir significativamente si se protege la zona de las glándulas tubáricas de las radiaciones durante el tratamiento oncológico (Heynickx et al, 2021; Valstar et al, 2021).
Actualmente ya se cuenta con información acerca de distintas patologías que pueden instalarse en estas estructuras. La clasificación de las patologías de la nasofaringe de la OMS incluye tumores benignos vinculados con las glándulas salivales tubáricas, como el cistoadenoma papilar oncocítico; tumores agresivos, como el adenoma pleomorfo, y tumores malignos, como el carcinoma adenoide quístico y los carcinomas de células claras hialinizantes (Brandt et al, 2022; El-Naggar et al, 2017). Por este motivo, reviste suma importancia prestar atención a la epistaxis posterior, que son un signo de alerta habitual para tumores, en particular en pacientes a los cuales no se los puede asociar con comorbilidades sistémicas relacionadas a problemas en la coagulación, o que no tomen medicamentos anticoagulantes, antiagregantes o sin antecedentes de un traumatismo facial reciente (Hasny et al, 2021; Rebella et al, 2019). Adicionalmente, Thakar y colaboradores (2021) subrayan la importancia de realizar el diagnóstico diferencial entre la glándula salival tubárica y la recurrencia o persistencia del angiofibroma nasofaríngeo juvenil, debido a que ambos tejidos poseen PSMA y captan la marcación mediante la técnica PET/TC, a los fines de evitar resultados que den lugar a falsos positivos.
En suma, en el campo de la investigación, la confirmación de la existencia de las glándulas tubáricas también plantea interrogantes sobre su posible vinculación con distintas condiciones sistémicas o locales. En este sentido, su relación con las amígdalas tubáricas del anillo de Waldeyer (Matsusaka et al, 2021), la disfunción de la trompa de Eustaquio (Wu et al, 2021), el efecto de ciertos fármacos beta-1 bloqueantes (Boyd et al, 2021), enfermedades autoinmunes como el síndrome de Sjögren (Grootelaar et al, 2023; Mentis y Chrousos, 2021) y la enfermedad relacionada con IgG4 (Nagahata et al, 2022), son algunos de los ejemplos. Sin embargo, dado el escaso tiempo transcurrido, estos trabajos muestran resultados incipientes y muy parciales, que deberían ser continuados en estudios más profundos.
CONCLUSIÓN
Si bien algunos autores plantean que las glándulas salivales tubáricas son responsables de una fracción relativamente reducida dentro de la saliva total, esto podría no manifestar la real importancia de las glándulas en la función glandular total, dado que esta depende de aspectos como su aporte en calidad y cantidad de saliva, de la zona anatómica de secreción, así como de las posibles funciones no vinculadas a la secreción salival. De cualquier modo, el redescubrimiento de las glándulas salivales tubáricas y su clasificación como una nueva glándula mayor o principal, junto con las parótidas, submaxilares y sublinguales, es un hecho relevante, ya que estas glándulas participan en el flujo salival en la faringe, siendo de suma importancia para funciones como la deglución, fonación e inmunidad de esta zona. Por último, para pacientes que padecen cáncer en regiones de cabeza y cuello y que deban someterse a tratamiento de radiológico, la presencia de estas glándulas debe ser tenida en cuenta en el diagnóstico y la planificación, con el objetivo de disminuir la posibilidad de aparición de xerostomía, disfagia e infecciones secundarias, como consecuencia del daño colateral sobre las glándulas tubáricas.
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CONFLICTOS DE INTERÉS
Los autores declaran no tener ningún conflicto de interés.
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